sábado, 12 de noviembre de 2011

Al son de la música

Hace unos días me contaba mi suegra lo que a su vez le había contado su vecina y es que su nieto realizaba todas sus actividades al son de la música. Hasta aquí, bien. Pero profundizando más, la orgullosa abuela contaba como su nieto jugaba y con solo oír una melodía determinada, sabía que tenía que ir a comer. Si oía otra pieza, se ponía en el pasillo con los brazos extendidos listo para que le pusieran el abrigo y salir a la calle, sin lloros, sin pedir un ratito más para jugar o para lo que estuviera haciendo. Música para ir a la cama, para ir al colegio, ...

Gracias a Dios, mi suegra y yo coincidimos en la barbaridad que estaban haciendo los padres con ese niño, que más que educarlo lo están domesticando.

Qué manera de eliminar la parte de intelecto que nos hace humanos, la que nos permite elegir, decidir, luchar por lo que quieres, la que nos permite diferenciarnos como individuos, la que no permite que nos traten como autómatas incapaces de hacer algo por nosotros mismos. Pero sobre todo, yo me pregunto, ¿cómo han llegado hasta eso?, ¿como han podido anular todos los instintos de exploración, de experimentación, de autonomía, por los que debe pasar todo bebé y todo niño para convertirse en un adulto autónomo, capaz de tomar decisiones por sí mismo y de luchar por lo que cree correcto?¿No tiene el niño que, a través de la repetición y de las experiencias, aprender a tomar las decisiones que cree correctas? Si no le dejan aprender a elegir, a decidir, como lo hará en el futuro, ¿no están creando una persona, sumisa, maleable, obediente hasta lo enfermizo?

Yo imagino a estos padres creyendo que le están haciendo un favor, algo muy bien visto en la sociedad, un niño obediente, al que no hace falta gritarle para que haga algo, ¡gritarle digo!, ni siquiera hablarle, simplemente poniendo la melodía adecuada el niño hará aquello para lo que le han entrenado.

Y digo yo, ¿para qué?, para que cuando salga por la puerta de casa y no exista la música que le indique lo que tiene que hacer, ¿que va a hacer? no se mostrará perdido y desorientado sin saber si lo que está haciendo es o no lo correcto?

Yo lo siento, prefiero educar niños para que aprendan a tomar decisiones, aunque no sean las que hubiera tomado yo, aunque se equivoquen, porque aprender de las consecuencias de sus elecciones es el único camino para mejorar, para que la siguiente vez salga mejor. Yo no quiero un perrete que me de la patita cuando se la pida, aunque tenga que negociar con mis hijos el tiempo que tienen para jugar o para ver la tele, porque negociando también aprenden para el futuro otra herramienta para lograr sus objetivos.

Igual mis hijos son "desobedientes", pero hacen valer sus principios, ahora quizás a nuestros ojos, infantiles y carentes de sentido, pero cuando crezcan, se convertirán en principios de adultos que sabrán defender con las herramientas que les hemos dejado ensayar desde niños.

3 comentarios:

  1. Hola Agatha... soy silvi, tu compi de e-learning, anque te aparezca como Te Fieltro Muxo que es el blog que utilizo para enseñar mis creaciones.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo en esta entrada... que barbaridad. Me encanta tu blog!

    ResponderEliminar
  2. Un tal Pavlov hizo algo así con una campanilla y un perrete chico... http://es.wikipedia.org/wiki/Iv%C3%A1n_P%C3%A1vlov

    ResponderEliminar
  3. Me ha pasado lo mismo que a Pedro, que me estaba imaginando al niño salivando como el perro de Pavlov cuando escuchaba la melodia que le conducía al comedor. Pobre criatura.

    ResponderEliminar